Hay lugares en el mundo a los que ninguno de nosotros quisiéramos tener que ir nunca, uno de esos lugares son los cementerios. Nuestra labor como marmolistas del arte funerario radica en hacer únicos esos lugares, plasmando en una lápida, un panteón o una escultura la esencia de ese ser querido que se ha ido, para que cuando lleguemos ahí, no sea solo una fría placa, un frío lugar, sino más bien un punto de encuentro con los más bonitos recuerdos de esa persona.
Estas últimas semanas nuestro empeño y dedicación está encaminado a que todos los cementerios de nuestro país se engalanen, para que cada persona que va, como cada año el 1º de noviembre, a conmemorar esta fecha tan especial de todos los santos, encuentre un espacio lleno de recuerdos bonitos, de memorias que compartir.
Gracias a cada una de las personas que, desde su humilde trabajo, mantienen esta tradición año a año y por esa labor tan poco reconocida a veces, pero que está ahí.
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